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En el norte de la Patagonia Argentina, el tradicional espacio del Alto Valle de Río Negro, se orientó desde sus inicios a actividades vinculadas a la exportación de fruta fresca, asimismo, ha sido punto de confluencia de circulación no sólo de capital y mercancías sino también de mano de obra.
Al consolidarse la fruticultura entre 1940 y 1950, migrantes de orígen chileno y del interior de las provincias de Neuquén y Río Negro llegaron a la zona para emplearse en las chacras. Algunos de ellos, junto a sus familias, optaron por conformar pequeños núcleos de población próximos a las exportaciones agrícolas, constituyendo territorios con características particulares. En este trabajo presentaremos algunas aproximaciones a la construcción social de territorios de trabajadores y a la movilidad espacial de esta fuerza de trabajo, relacionadas con las transformaciones en la producción de peras y manzanas en el Alto Valle de Río Negro.